Cuando era pequeña y no podía dormir en la noche o estába intranquila mi mamá me hacia te de manzanilla con miel y cuando estaba enferma me acuerdo que la primera cosa que mi mamá hacía era poner su mano en mi frente. La calidez y sentimiento de tranquilidad que sentía con ese gesto representaba la mitad de mi curación. Luego ella me daba té de anís estrella para los problemas de estómago, o me preparaba miel con cebolla para la tos. También solía poner a hervir hojas de eucalipto cuando nos resfriábamos para desinfectar el ambiente y ayudarnos a sentirnos mejor.
Pienso que todos podemos identificarnos con estas historias en las que las mujeres de la familia fueron nuestras “doctoras”, y quienes usaban la sabiduría de la naturaleza, la tradición y el sentido común para tratar las enfermedades comunes. El arte de curar era el dominio de las mujeres quienes combinaban este arte con ternura, habilidad y el instinto maternal. Podríamos decir que la aromaterapia devuelve estas tradiciones de una manera concentrada, con las esencias destiladas de las plantas aromáticas.
En los talleres de aromaterapia que imparto esporádicamente, los grupos están compuestos por 99% de mujeres (otra estadística reveladora). Algo muy común en estas discusiones es que las mujeres me hacen preguntas no solamente para ayudarse a sí mismo, sino para ayudar a otras personas, sus padres, parejas, hijos y amigos. La aromaterapia realza esa naturaleza innata para curar que tienen las mujeres.
¿Y tú? – ¿Sientes la misma compulsión por curar y nutrir emocionalmente a las personas que amas? ¿Qué historias te gustaría compartir? -
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