De mis cumpleaños infantiles recuerdo una cosa inolvidable: el pastel de cumpleaños. Ahora que pasaron los años y veo las fotos de aquellos tantos pasteles que partí, no eran precisamente de revista, pero si eran los mejores para mi, años tras año me los hacia mi mamá junto con el aclamado y famoso betún de chocolate con cocoa hersheys.
Era delicioso esperar a que el betún espesara, dándole vueltas y vueltas a la cazuela con la palita de madera para que no se pegara , pero bien valía la pena, pues en verdad sale buenísimo. Ya con la decoración del pastel, algún juguetito lindo que me gustara y la tradicional vela era muy bonito.
No recuerdo grandes fiestas, pero si tengo presente que año tras año, mis primitas y mis vecinos apagaban la vela junto conmigo, con eso era un cumpleaños espectacular. La ensaladita de pollo con verduras, la gelatina y el pastel bastaba para pasar una celebración fuera de serie. Ni siquiera logro evocar algún regalo en especifico, pero si del pastel!
Desde entonces es una de mis tradiciones que no pretendo cambiar con mis hijos, los pasteles que les hago año tras año, tal vez no sean de concurso de pastelería, pero si tienen mucho amor por dentro y fuera.
Con el entusiasmo de tener la oportunidad de elegir el sabor del pastel, color del betún y el personaje, participan en cada paso de la elaboración del pastel, hasta la decoración final, por supuesto quedando como premio las aspas de la batidora y la palita para chupar el betún…
Hoy con tanta emoción recibió mi hija la vela de su pastel junto con la princesa que lo decorará, de manos de su Niní, ese pastel de chocolate que hicimos se verá lindo cuando quede terminado.
Espero saber transmitir a mis hijos el valor de los cumpleaños, que realmente no es una tarde de derroche en todos los aspectos, en un salón de fiestas lleno de gente, sino al contrario un día en el cual se celebra un aniversario más de vida, rodeado de tus seres queridos en un ámbito privado y agradeciendo a Dios la gracia de estar vivos y sanos.
Observo que disfrutan este tipo de actividades en familia, y he logrado transmitirles el amor por la cocina, a los tres sin distinción de género. Piden hacer pasteles, chocolates, galletas, gelatinas, y lejos de estresarnos en la cocina, es un espacio nuestro para olvidarnos del estrés que causa la rutina semanal, con el trafico escolar y de las tareas. Reímos, conversamos, para al final esperar con emoción el postre hecho..
Estoy desde hace 10 años haciendo un recetario familiar, libro en blanco que me obsequiaron, y en cada página he ido llenando los gustos de todos, desde la salsa que le gusta a papa, el espagueti favorito de Emi, la sopita de fideos de Vale, el postre de Rodrigo o las recetas tradicionales de la familia materna, como el pavo navideño, el relleno, las tortillas de harina sonorenses, etc. , o bien las recetas de la familia paterna, con platillos chiapanecos y libaneses que ya aprendimos bien a elaborar.
Cada vez que se cocina en casa algo que vale la pena que trascienda, ellos mismos me piden que lo escriba en el libro de las recetas, y es lindo ver como se ponen de acuerdo en que le sacaran copias para cuando sean grandes cada quien se lo lleve a su casa.
Les compartiré la receta del betún de cocoa hersheys, que les aseguro quedarán encantados!!!
y què decir, cuàndo se peleaban por quièn se quedaba con la cacerola embarrada de betùn de chocolate o con la palita de madera....r
ResponderEliminarCòmo olvidar esos dìas hermosos, que parecen de otras vidas...ha pasado el tiempo y sin embargo, me acuerdo como ayer....
Esa receta la heredè de la Yaya, que aùn la hace exquisita...no era tanto lo dulce de la cocoa, sino del amor con el que les hacìa sus pasteles, que si, tienes razòn, nunca hubo grandes fiestas,pero si mucho amor...
Ninì