“¡Lleve Pitaya Oigaaaa!” se escucha al pasar por el puesto de Pitayas, en el mercado, en los pueblos y hasta en el centro de la ciudad .
Y no es para menos, pues sólo en esta época del año se pueden encontrar esos sabores y colores tan únicos de la fruta del cactus, también conocida como la fruta del dragón.
Las Pitayas se encuentran dentro de las frutas nativas de nuestro país que han generado un aumento en el ingreso económico de los campesinos en algunas zonas y han aumentado la aceptación del consumidor.
Desde la época prehispánica la Pitaya, que se produce en la época calurosa del año, ha sido un complemento importante en la dieta de las comunidades indígenas
Estoy segura que el sabor dulce del rojo intenso, del amarillo casi naranja, y de ese morado que es difícil observar en otros elementos de la naturaleza, sorprendieron también a los conquistadores españoles cuando observaron por primera vez la planta exótica.
Fueron ellos quienes le dieron el nombre de Pitaya, que significa fruta escamosa.
Es un placer saborear tan exótica fruta, y muy importante saber que el precio de cada Pitaya lo vale, pues después de saber como la recolectan, pagarían más.
Los campesinos comienzan el trabajo muchas horas antes en Techaluta de Montenegro y Amacueca, Jalisco, pueblos famosos por sus extensos huertos pitayeros.
Desde la una de la madrugada, adultos y niños están de pie con cuchillo en mano, para cortar y quitarle las espinas a la fruta de las cactáceas.
Diariamente durante tres meses, tienen esa rutina, con el arduo trabajo de quitar espinas a cada fruto, y después recorrer dos horas para llegar a mediodía a la ciudad.
Diariamente durante tres meses, tienen esa rutina, con el arduo trabajo de quitar espinas a cada fruto, y después recorrer dos horas para llegar a mediodía a la ciudad.
No pierdan la oportunidad de la época de las Pitayas, es una explosión de sabor y de color.